Capítulo XXIV
La profecía de la vida y la muerte de Cristo.
1 Entonces el Dios misericordioso, bueno y amante de los hombres, miró a
Adán y a Eva, y vio que habían celebrado una ofrenda con su sangre, sin que él se los hubiese
ordenado y se agradó aceptando sus ofrendas.
2 Y Dios envió desde su presencia, un brillante fuego que consumió la
ofrenda.3 El saboreó lo dulce de su ofrenda, y les mostró misericordia.
4 Luego vino la Palabra de Dios a Adán, y le dijo: "¡Oh Adán, como has derramado tu sangre, así yo también he de derramar mi sangre cuando me haga carne y camine en medio de tu descendencia y así como moriste, yo también moriré y así como construiste un altar y ofreciste tu sangre, yo también levantaré un altar y ofreceré mi sangre en el.
5 Y como me demandaste el perdón a través de la sangre, yo también voy a hacer que con mi sangre reciban el perdón de los pecados, y borren las transgresiones que cometieren contra mi.
6 Y ahora, he aquí, he aceptado tu ofrenda, oh Adán, pero los días de la alianza que he dicho estoy obligado a cumplir y cuando se cumplan, entonces te voy a traer de vuelta al jardín.
7 Ahora, por lo tanto, fortalece tu corazón, y cuando el dolor venga más sobre ti, hazme una ofrenda, y voy a ser favorable a ti. "
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