martes, 8 de diciembre de 2015

NECDOTARIO DE LINCOLN (continuación)



ANECDOTARIO DE LINCOLN (continuación)

PASABA a veces por el lugar algún predicador, o un juez que recorría a caballo el circuito, o un político, o un maestro de escuela. Cuando alguno de ellos llegaba a casa, salía Tomás a recibirlo y le decía: «Desmóntese amigo». En seguida salía Abrahán zanqueando, montaba una de sus piernazas sobre la barandilla y comenzaba a dispararle preguntas. Tomás lo mandaba callar y, como el muchacho no se daba por alu­dido, tenía que darle un sombrerazo en la cabeza. Abrahán se iba entonces a tirarles palitos a los pájaros.
«Papá piensa que es mala educación preguntarle a la gente tantas cosas —decía
después—. Yo no seré nunca bien educado ... hay tantas cosas que quiero saber y ¿ de qué otro modo me voy a enterar si no pregunto?»
— DENNis HANKS

CRECÍA como caria de maíz en tierra fértil. Una vez uno de los mozos del lugar le gritó en son de burla:
__Oye, Largo, se me cayó la navaja en el arroyo y no la puedo al­canzar porque el agua está muy honda, pero tú con tus brazotes me la podrías sacar fácilmente._
—No —le respondió Abrahán con mucha calma—: mis brazos no son lo suficientemente largos..Aguarda, ya verás cómo los añado a los tuyos de modo que tú mismo la puedas alcanzar.
Y esto diciendo, agarró por la cin­tura al burlón y se lo llevó en vilo, pataleando, hasta el borde DEL  arroyo donde lo sumergió de cabeza en el agua helada. Cuando comenzaron a salir burbujas lo sacó chorreando y escupiendo agua.
—Me las pagarás; algo te voy a hacer yo a ti — chilló el muchacho.
Pueda que sí —le respondió Lincoin— pero una cosa que no harás es volver a llamarme «Largo».
— Youth's Companion

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