miércoles, 25 de noviembre de 2015

LOS ANGELES INTERACTUAN CON LOS HOMBRES



ANGELES EN FORMA DE HOMBRE

En el año de 1993, dediqué unas horas a estudiar sobre el tema: EL REINO DE DIOS.
  A la semana siguiente de este estudio viajamos con mis padres y hermanos a la boda de mi hermano a realizarse  en la capital de Guatemala.  Un día después,antes de viajar con destino a Mazatenango . Decidimos  desayunar en alguno de  los restaurantes  cercanos a la estación de buses.
Estábamos ya en pleno desayuno, cuándo entró un hombre  indigente  a pedir un poco de comida.  Alguien del grupo familiar le extendió un  par de tortillas con una buena  porción de  comida.  Después de recibirla el indigente dijo: Gracias, de ustedes es EL REINO DE DIOS”.
Escuché esta expresión en un tono de voz de forma  segura y muy claramente que realmente me  sorprendió agradablemente.
En ese entonces al igual hoy, me preguntó: ¿cuántas veces he escuchado agradecer a un indigente con esa expresión tan poco común  y de profundo significado?
¿Por qué una semana antes había yo estudiado los pasajes bíblicos con referencia del  REINO DE LOS CIELOS?
 ¿Coincidencia o algo más?
_________________________

 Por el año 2,000 atendía mi pequeño negocio.  Siempre pasaban  personas menesterosas a pedir monedas o comida.  En una ocasión estando yo sentado y muy ocupado en mis quehaceres apareció un  mendingante  en la entrada del local.  Sin que esta persona me pidiera algo, yo salí de mi silla, detras del mostrador y fui a la puerta donde él se había detenido y no había dado un paso más.  Para ahorrarme  palabras tanto de la persona  limosnera,  como las mías, llevaba ya unas  monedas en mi mano.  Dando por hecho que eso era lo que pedía  el hombre que tenía enfrente se las dí. Él a su vez extendió su mano y las tomó.
No fue un  dar y recibir común….El hombre que estaba frente a mí llamó mucho mi atención….no por su aspecto de pobre…vestía camisa  blanca y pantalón casí del mismo color o beige.  El pantalón era corto y le llegaba arriba de los tobillos. Calzaba “caites de cuero amarillo”…se apoyaba en su baston de madera rustica que era un palo descortezado de color café amarillo.  La anterior descripción es demasiada común.   La sorpresa para mi  fue que al verle vi en su rostro una sonrisa de comprensión y de algo que no sabría decir.  Sus ojos eran demasiado claros para quién yo  pense a  primera vista como un “indígena”. Eran de un color muy brillante, de un color  ambar claro transparente. 
Esa mirada era inocente , tan pura que casí podía  ver el fondo del alma de esa persona.  Este hombre con aspecto de limosnero tenía una estatura muy baja, quizá  medía 1.55 a 160 cms.  Por lo que yo le aventajaba unos 20 0 25 cms. Pero el grande aquí no era yo.me sentí en ese momento  que estaba delante de la presencia de un ser  que podía ver dentro de mi , que estaba ...leyendo en mi corazón y en mi mente. Me sentí pequeño. El no dejaba de sonreír con una dulzura, una paz y un amor.  Dire que este “limosnero" proyectaba una gran dignidad, una presencia majestuosa  a pesar de su aspecto. Me quede desarmado delante de su presencia. Pasados unos minutos el salió y yo regresé a mi silla con multitud de pensamientos en mi cabeza.
¿Sería un ángel?
¿ Y si era  una manifestación de la presencia Jesucristo?....
En ese entonces, al igual que hoy, se qué no era una persona común quién vi ese día.
____________
En el año 1999 tuve la bendición de  construir mi casa.  Siendo un área  pequeña me vi en la  necesidad  de construir  más de un  piso. En el año 2,000 leyendo el libro de Génesis, me sentí inspirado a seguir el ejemplo de Jacob, cuando él  derrama aceite sobre una piedra y luego tiene un sueño donde ve ángeles subir  y bajar del cielo a la tierra.
 Un   maestro  conocido mío, me  había regalado una piedra de cuarzo  que había recogido en el camino a su trabajo, y como años antes  habíamos recibido un curso de” mineralogía y gemología”, le pareció interesante el obsequiarme esa piedra.
Inspirado como  dije en la Biblia, tome  un día la piedra , la coloqué en la cúspide de mi casa, junto a un llavero de metal que alguien me trajo de Jeruslalém.  Vertí sobre los mismos un poco de aceite e hice una oración accionando mi fe.
Solicité a Dios, que permitiera que  la cúspide de mi casa fuese un  “campamento de angeles”, un lugar donde descendiesen  ángles de  Jesucristo para realizar sus tareas en Huehuetenango, para bendecir esta ciudad.
Por esos días llegó a visitarme el pastor  Francisco Román, al subir a la azotea y pedirle yo que orara por mi casa, el lo hizo y en determinado momento dijo:
Eschucha bien…presta atención …dice Dios que grandes cosas van a pasar en Huehuetenango y que tú serás parte de ellas..
Del año 2002 al 2009, Dios permitió  que tres congregaciones nacierán y se formaran en el area  del segundo piso que yo había diseñado para una sala comedor.  Dios tenía planes pare este pequeño lugar. 8.50 X 8.40,- = aproximadamente  65 mts. 2.  Un pequeño lugar, donde Dios  quiso hacer maravillas….de esa cuenta la  tercera  congregación que aquí nació  fue cuando vino un hermano conocido de la  la niñez primaria y solicitó el segundo nivel.  Al principio era  él , su esposa, sus tres hijos , mi mamá y mi hermana, y yo, quienes dimos inicio a ls servicios religiosos.  Durante varios meses estuvimos solos, y un día  Dios hizo el milagro. Empezaron a llegar personas y más personas. Se formó un grupo  musical con trompetas, batería, bajo, guitarra… Yo vivía asombrado de ver como entraban las familias y los jóvenes….Llegó el momento en que eramos más de cien personas….los jovenes  buscaban  gradas donde sentarse… A los 2 años la Iglesía ya contaba con unos 150 miembros que ya no cabían en  el segundo piso de mi casa y decidierón alquilar  un local grande…Ahora se reúnen en la entrada principal de la ciudad de Huehuetenango y la memnbresia  está arriba de los 200 miembros. Ya abrierón obra misionera en Nicaragua y Costa Rica.
En la primera congregación formada  en el segundo  piso de la casa, por el año 2003, vinieron una grupo de jovenes procedentes de la capital. En el servicio dominical y durante el tiempo  de la oración y ministración , una señorita con el don de la profecía, sin saber quién era el anfitrión  y quién era mi madre , se acerca a ella  y le dice : “Dios dice que le has agradado, que te ama mucho, Y  dice también que: LE HAS SERVIDO MUCHOS PLATOS A SU MESA”. 

 25:33 Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 
25:34 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 
25:35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 
25:36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 
25:37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 
25:38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 
25:39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos ati? 
25:40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Mateo cap. 25
 Al fnalizar el servivio mi madre(Q.E.P.D) muy gozosa nos compartió lo que le había dicho la joven.  Este breve  mensaje fue de mucha bendición para mi, porque  desde  muy pequeño  vi a mi madre, extender al necesitado, especialmente a las mujeres con hijos pequeños,  un vaso y un plato lleno de cereal, pan, tortillas, y además ropa… 

¡Bendito sea mi Dios, quién me dio una madre con un corazón sumamente noble y misericordioso.
____________________________

Un día domingo  del año 2003, el pastor de  ese  entonces, había invitado a unos  norteamericanos a predicar la Palabra. Al  cruzar la línea de la puerta, el  pastor líder de ellos, exclamó a gran voz: ¡GLORIA A DIOS, AQUÍ ESTA LA PRESENCIA DE JESUCRISTO¡… esa misma mañana una señorita que unos  años antes había sufrido un terrible accidente automovilistico y que estuvó  en cama más de un  año por sus fracturas, pasó al frente para dar testimonio de que  un pie que le había quedado más corto por ese accidente, había crecido unos centimetros hasta  igualarse al otro.
Durante esos esos años las personas que por primera vez llegaban  a los servicios en este lugar de mi casa , siempre decían: “Que bien se siente estar aquí”
 __________________
En eñ año 2000 concocí a una hermana en la fe. Un día ella me dijó que un año antes , visitando a  una amiga en la vecindad, siempre escuchaban  todas las tardes una música de piano  que provenía de mi casa.  L e pregunté si no se equivocarían al pensar que  esa música de piano  provenía de mi  hogar. Esta amiga me aseguró  que no esta equivocada al afirmar que era en mi casa donde se escuchaban la música, y que en más de una oportunidad habían comentado   “ Cómo no se cansan de tocar esa música”..,
Transcurrieron de seis meses  a aun año aproximadamente de esta conversación.
 Una tarde  tocaron a la puerta. Salí a atender a quién lo hacía. Era una  jovencita que vivía a la tercera casa contigua a la mia. En la manos sostenía una radio grabadora de casettes.
  Me dijo : __Por motivo de un trabajo de música que me dejaron en mi colegio, vengo a pedirle un favor.—
¿Cuá es el favor?
__Permitáme grabar los sonidos  del piano que ustedes tienen alla arriba_-
__¿De que música de piano habla, yo no tengo ningún piano? ¿ Han escuchado algúna música de piano?
 __Ella me dijo__Si , nosotros lo escuchamos siempre-        
Luego la jovencita se fue de la casa, talvez pensando que yo le habia negado mi colaboración a grabar la música del piano.
Naturalmente no tarde en contárselo a  mi hermna. Y ella a su vez me contó lo siguiente que en días pasados  la esposa de un pastor , cuya casa estaba situada a medía  cuadra de la  la  nuestra, le comentó al verla , “Que preciosa música, que cantos tan bellos los que se  escuchaban anoche en el segundo piso de su casa,…parecía música de angeles cantando”.
Mi hermana  le contestó. –“¡ Que extraño,Ayer en la anoche no había ningún persona o grupo en el segundo nivel de la casas…”
 24:15 Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos.
24:16 Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. 
 24:31 Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. 
Libro del Evangelio de  Lucas


sábado, 21 de noviembre de 2015

“CARGAMENTO DE INOCENTES” ESPAÑA -VERANO DE 1937,



“CARGAMENTO DE INOCENTES”

(Condensado de Ken”)

POR LAURENCE KIRK



UN DÍA DEL VERANO DE 1937, el flamante cazatorpederos británi­co Tremendous navegaba pausa­damente cerca de la costa norte de España, la' cual estaba encargado de vigilar, cuando llegó el siguiente mensaje inalámbrico para el comandante:
ESTÉ LISTO ESCOLTAR PESQUERO FRANCES ARGONNE QUE SE HARA CARGO REFUGIADOS ESPAÑOLES.
Cuarenta y ocho horas después llegó un nuevo mensaje que ordenaba:
PESQUERO FRANCÉS RETRASADO. DIS­PÓNGASE RECIBIR A BORDO CUARENTA Y DOS REFUGIADOS AL AMANECER.
Mucho antes de apuntar el día, hallá­base el Tremendous en el punto indicado, con los cañones listos para hacer frente a cualquier emergencia. De la bruma mati­nal surgieron dos barcas pesqueras que avanzaron en silencio hasta colocarse al costado del buque de guerra. Un mensa­jero subió al puente.
A la orden, mi comandante. Copia de la lista de refugiados.
Los ojos del comandante se dilataron de asombro cuando empezó a leer:
I. José Ramón Esquerra, 7 meses.
Huérfano.
2. María Dolores Carrión, 1 año y 2 meses. Huérfana.
3. Manolo Juan Uscavilla, 2 meses. Huérfano.

El comandante suspendió la lectura para presenciar el ingreso de sus extraños huéspedes. Uno tras otro subían en bra­zos a bordo, pasaban la inspección del contramaestre y eran solemnemente en­tregados a los marineros formados en fila. El joven teniente que estaba de servicio, dirigía de cuando en cuando miradas angustiosas al puente, como si temiese que de allí cayera repentina­mente un rayo. Pero el comandante se había quedado mudo. Contó veintidós criaturas, seguidas por un lamentable desfile de diez mujeres, siete de las cuales llevaban también sus niños en brazos.
Una nube de langosta que, precipitán­dose sobre el buque, hubiese empezadd a devorar los objetos de metal, no habría sido causa de mayor asombro para el comandante. Estaba mirando absorto la increíble escena, cuando uno de los niños mayores se apartó del marinero que le servía de nodriza, dio unos cuantos pasos con piececillos vacilantes, y abriendo de par en par la boca, lanzó un tremebundo chillido. Aquello fue la señal para que sus compañeros pusieran en actividad las cuerdas vocales. Un instante después, el desafinado coro de llantos infantiles hacía estremecer el barco de proa a popa.
El comandante hizo llamar al contra­maestre y le consultó:
¿Qué podemos hacer, Huggins? ¿Quién va a cuidar de esos chiquillos?
—Me parece que habremos de cuidar­los nosotros, mi comandante.
=Eso parece. ¿Ha verificado la listó? ¿Están todos presentes y en regla ? —Pues... sí y no, mi comandante.
— ¿Cómo es eso? ¿Que quiere decir con sí y no ?
—Verá, mi comandante. Tres de los chiquillos están por nacer todavía.
—¡Pero, por Dios, Huggins! ¡En un barco de guerra no pueden nacer cria­turas!
—Sin duda, mi comandante. Pero si ese pesquero francés no llega pronto, tendrá mi comandante que permitirlo.
El comandante se pasó la mano por la frente como para enjugarse el sudor. Huggins continuó cuadrado ante el jefe. Luego preguntó:
— ¿Alguna otra orden, mi coman­dante ?
—No, no. Nada más, por ahora. Toda aquella mañana, el éter vibró con los mensajes angustiosos que enviaba el  Tremendous:
TENGO DIEZ MUJERES Y TREINTA Y DOS BEBÉS A BORDO. ¿QUÉ HAGO CON ELLOS ?
La nave capitana, que se hallaba a
buena distancia del conflicto, respondió impasible:
ESPERE PESQUERO FRANCÉS Y DELES DE COMER. SUPONEMOS DISPONE DE BAS­TANTE LECHE CONDENSADA. NO ACON­SEJAMOS DARLES RACIÓN DE RON.
El Tremendous contestó con una con­sulta más angustiosa aún:
ENTRE LOS REFUGIADOS HAY TRES MU­JERES QUE PUEDEN DAR A LUZ DE UN MOMENTO A OTRO. FAVOR DE DARME INSTRUCCIONES.
Esta vez la respuesta fue algo más alentadora:
PESQUERO FRANCÉS LLEGARÁ CON EN­FERMERAS EN 48 HORAS. RETRASE ACONTECIMIENTOS, SI ES POSIBLE.
El comandante comprendió que nada podía esperar de la nave capitana. El puente de mando y su cámara parecían ser las únicas partes del barco que no estaban invadidas por la escandalosa chiquillería. Le daba miedo abandonar aquel oásis, pero se impuso el deber de hacer una inspección sin carácter oficial. Varias escenas extrañas se desa­rrollaron entonces ante sus ojos: el mari­nero Mac-Ilroy intentando hacer el saludo reglamentario con un chiquillo en cada brazo; una mujer de faz inexpre­siva espulgando mecánicamente los hara­pos del niño que apretaba contra su pecho; una chiquilla de tres años que sujetaba con firme decisión a un her­manito de dos, y trataba de aparentar que aquel mundo de hierro no le inspira­ba miedo; y, finalmente, el marinero Farrier esforzándose por consolar a una pobre mujer que tiritaba empapada de pies a cabeza: «No se afane—le decía-,, Voy a traerle una raza de té bien calíente. Eso la hará sentirse mejor».
La mujer miraba desolada al marinero sin comprenderle. El comandante dio una zancada, para pasar sobre un chiquillo que se le atravesó gateando, y continuó su inspección.
Todas las mujeres tenían la misma mirada de aflicción y desesperanza. Los hermosos ojos oscuros de las criaturas parecían demasiado grandes para sus caritas escuálidas. El comandante siguió su camino sin decir palabra, rígido e in­conmovible, pero, cuando regresó al puente exclamó apasionadamente diri­giéndose al marinero de guardia:
—¡Malditos sean todos los que empie­zan una guerra!
—Sí, mi comandante—, repuso el marinero en el mismo tono que contes­taba a cuanto le decía el jefe.
Luego el comandante volvió a llamar al contramaestre.
—¿Dónde alojaremos a esas mujeres, Huggins ?
—Las alojaremos en el dormitorid` de la tripulación, mi comandante. Los marineros dormirán sobre cubierta.
—Bueno... ¿y las otras tres ?
—Los oficiales les han cedido sus cá­maras, mi comandante.
—Muy bien. Y esos chiquillos, Hug­gins. Hay que bañarlos y cuidar de ellos. —Sí, mi comandante.
—Haga formar a los marineros casados. En seguida.
—Está bien, mi comandante.
A poco rato, el comandante pasaba revista a la fila de marineros casados, mientras Huggins daba instrucciones y asignaba a cada uno de ellos dos criatu­ritas y una bañadera de lata.
Durante las siguientes 24 horas, la chiquillería fue sometida a una estricta disciplina mitad naval y mitad casera. El momento culminante era el del baño, a las seis de la tarde. Todas las bañaderas se ponían en fila sobre cubierta. Al sonido de un silbato, los marineros casados avanzaban con un chiquillo debajo de cada brazo. Al segundo silbido desnuda­ban a las criaturas. Al tercero, procedían a la limpieza. Era la señal para que empezaran a desgarrar el aire los terribles clarines de la protesta infantil. Pero no tardaba en apaciguarse el alboroto, y el comandante, que observaba el espec­táculo desde el puente, veía con satisfac­ción que varios chiquillos pasaban del llanto a la risa.
Se habilitó un sitio para que jugaran, cerca de los lanzatorpedos, en medio del buque, y los marineros casados hacían su servicio de guardia allí, en vez de hacerlo en los puestos de costumbre.
Quedaban por resolver otros asuntos más serios. Toda aquella noche, el carpin­tero del buque, a quien se encargó de la sala de maternidad por ser esposo de -una comadrona, envió al comandante men­sajes constantes, y el comandante envió otros tantos a la nave capitana. Las noti­cias de ésta eran tranquilizadorás, y las del carpintero no llegaban todavía a ser alarmantes. Un teniente resumió la situa­ción en esta frase: «las tres mujeres siguen con lo suyo, mi comandante»..
Pero al rayar el día se presentó en el puente de mando un mensajero.
A la orden, mi comandante. La Pérez ha dado a luz un niño. Madre e hijo están bien.
El comandante se apoyó en la baran­dilla del puente, dando un suspiro de alivio. Pero casi instantáneamente llegó un nuevo mensaje de la nave capitana:
PESQUERO FRANCÉS VARADO. SENTIMOS NO PODER PRESTAR OTRO AUXILIO. EN CASO URGENCIA HAGA RUMBO A BUR­DEOS Y DESEMBARQUE MUJERES VAN A SER MADRES. SI PUEDE ESPERAR VAYA DIRECTAMENTE A PORTLAND CON TODOS LOS REFUGIADOS, BUENA SUERTE.
Vibraban las órdenes para que el buque hiciese rumbo a Burdeos a toda marcha, cuando se presentó en el puente otro mensajero.
A la orden, mi comandante.' La Che­verra ha dado a luz una niña. Madre e hija se encuentran bien.
La sencillez con que se resolvía el con­flicto hizo mella en el ánimo del coman­dante. Empezó por pensar que se habían exagerado mucho las dificultades de traer criaturas al mundo. Le pareció que si la armada de Su Majestad Británica se encargaba de aquel menester, lo haría mejor que nadie. Además, él nunca ha­bla dejado una tarea sin terminar y, lleno de confianza, decidió que su buque y sus hombres eran capaces de hacer frente a cualquier situación. En consecuencia, celebró rápida consulta con el contramaestre Huggins, cambió las ór­denes, y el Tremendous rectificó el rum­bo y se dirigió a Portland.
Todo fue bien durante el primer día. El sol brilló en el cielo y los chiquillos se divirtieron jugando en el lugar de recreo y tomando parte en el desfile del baño. Hasta algunas de las mujeres empezaron a dar señales de sentir la alegría de vivir. Pero a las ocho del siguiente día, le llegó la hora a la tercera mujer. El caso fue muy diferente de los dos anteriores.
El apuro duró 16 horas. Toda la dota­ción del buque sabía que si hubiesen ido a Burdeos no estarían en las que estaban. Los 125 oficiales y marineros sentían comprometido el honor del Tremendous y, cuando el servicio los dejaba libres, se paseaban impacientes y nerviosos, con las manos a la espalda, como maridos que esperan la llegada de su primogénito.
Durante horas y horas salieron mensa­jes desconsoladores de la improvisada sala de obstetricia. Pero, al fin, después de una noche de insomnio, "un mensajero subió corriendo al puente.
—¡Todo bien, todo bien!—gritó jubi­loso. Pero recobró inmediatamente la compostura y se disculpó: —¡Perdón, mi comandante! ¡A la orden, mi coman­dante! De parte del carpintero. La escar­mota ha dado a luz un niño. Madre e hijo están perfectamente.
El comandante volvió a sentirse dueño de sí mismo. Ni siquiera pestañeó.
—¡Lo celebro! —repuso—. Felicite en mi nombre al carpintero, y diga al con­tramaestre que dé a todos una ración especial de ron.
La entrada del cazatorpedero en el puerto de Weymouth fue un triunfo. La mitad de la flota metropolitana estaba concentrada en el puerto y la historia era ya conocida de todos. Con las corne­tas y otras señales saludaron el paso del Tremendous. El comandante se sentía satisfecho. Le habían dado un encargo y lo había cumplido sin ayuda y sin pér­didas. Cuando pasó ante el buque almi­rante, toda la carga de chiquillos formó ante la dotación para el saludo de ordenanza.
Según parece, a instancias de su esposa, el almirante escribió después al minis­terio de Marina pidiendo que los nombres Pérez, Cheverra y Escarmota se incluye­sen permanentemente en la relación de «Hechos de Guerra » del Tremendous.
La petición fue denegada ásperamente por el ministerio; pero algunos creen que tal negativa fue una gran equivocación.

viernes, 20 de noviembre de 2015

ANECDOTARIO DE ABRAHAM LINCOLN 00B



El árbol se mide mejor caído" (2)

El Sábado que siguió a aquel Viernes Santo fue preciso modificar el texto de millares de sermones preparados para el Domingo de Pascua

Menester era escribir la oración fúnebre una vez que se conoció la noticia de la muerte del Presidente. En las grandes catedrales de piedra de las ciudades, en las pequeñas iglesias de pajizo techo a la vera de los caminos, en las capillas de los hospitales y a bordo de los buques de la armada, o en los campamentos militares, los sermones se dedicaron a recordar al Presidente desaparecido.

Sin lugar a duda, proclamaban los hombres prominentes y los periódicos, nunca pasó por la tierra hombre alguno cuya muerte evocara en todos los países expresiones de tan pronto y tan hondo interés humano, ni dolor tan verdadero, ni tan amplias reflexiones y comentarios.

Una nota publicada en el Harper's Wee&ly, titulada Duelo en Riclimond, daba cuenta del pesar sentido aun en territorio que hasta ayer no más había sido enemigo: «El general Lee en un principio se negó a oír los detalles del asesinato. Declaró que cuando dejó el mando de las fuerzas rebeldes, se había rendido tanto ante la bondad de Lincoln como ante la artillería de Grant. Agregó el General que deploraba la muerte de Lincoln como podían deplorarla los ciudadanos del Norte, y que consideraba al Presidente espejo de magnanimidad y de honradez».

El general Louis Wigfall, jefe de los confederados, calificó la muerte de Lincoln como «la mayor desgracia que le podía haber sobrevenido al Sur». Y el mayor Charles F. Baker, también sureño, que se hallaba en Cairo de paso' para Nueva Orleáns, publicó una carta en que pedía cayera sobre el asesino «la venganza del cielo», y agregaba que si las autoridades de los confederados hablan tenido algo que ver con el crimen, él, por su parte, «no querría penetrar ni un paso más en territorio del Sur».



Entre la masa del pueblo inglés, cuya influencia impidió que el Gobierno reconociera a la Confederación, el duelo fue sincero.



En Alemania muchas asociaciones de trabajadores, sociedades cooperativas y periódicos obreros, lamentaron la pérdida experimentada por la nación norteamericana.  En Suecia y Noruega se dio orden de izar a media asta el pabellón nacional en los barcos surtos en los puertos. Hasta el último rincón del mundo habían llegado la historia y la leyenda de Lincoln; la humanidad lo necesitaba porque anhelaba alcanzar aquellos preciosos ideales que él encarnó. Los viajeros de todos los continentes se acostumbraron a encontrar aun en los hogares más humildes, el retrato de Lincoln, que siempre daba motivo a alguna expresión en elogio del grande hombre. ,

La sombra de la desgracia había pasado sobre los mares y tierras de uno a otro país, «como la sombra de un eclipse». Acaso en tantos siglos como registra la historia, opinaba el gran filósofo autor de los Representantes de la Humanidad, la muerte de hombre alguno causó tanto dolor a la familia humana.

Encomió el filósofo «la gran bondad de su carácter que lo hacia tolerante y accesible para todos; justo, inclinado a acceder a las peticiones del solicitante

Afirmaba Emerson que, «si este hombre hubiera gobernado en una era de menos desarrollo de la imprenta, se habría tornado mitológico como Esopo, por sus fábulas y proverbios».

. «Por su valor y sentido de la justicia, su temperamento ecuánime, su corazón humanitario, su figura de héroe ocupa el centro de una época heroica.

El es la verdadera historia del pueblo norteamericano de su tiempo».

El agudo diplomático John Bigelow, conocedor como pocos de los estadistas y los hombres de acción, ha escrito, re­firiéndose a Lincoln: ««No tengo noticia de que la historia ofrezca ejemplo de otro hombre que tan constantemente, por imperativo de su propia constitución, se haya conducido con el prójimo como quisiera que el prójimo se condujera con él ».



No era por el crimen en sí por lo que el pueblo se dolía ahora, sino por la pérdida de un amigo a quien amaba sencillamente como hombre.

En los millares de comentarios que se acumulaban día tras día, destacábase la figura de Lincoln como encarnación de dos resultados prácticos: Emancipación y Unión.

. Había desaparecido la institución de la propiedad privada sobre el negro. Había terminado para siempre la doctrina de la secesión y los derechos soberanos de los Estados que formaban parte de la Unión norteamericana.

Dolíase Lincoln en su segundo discurso de toma de posesión y en pasajes delicadamente redactados, de lo que había costado realizar por la violencia lo que hubiera podido lograrse mediante los dictados de la razón.
 la estatura de Lincoln surgía engrandecida, mayor que la de cualquier otro de los héroes. Ninguno proyec­taba una sombra más larga que la suya. Pero, para él, el gran héroe era el Pueblo. No se cansaba de decir que él era solo el instrumento