RECUERDOS DE ANTAÑO
34
EMILIO MARTÍNEZ
— Ahora, y por acuerdo de la Junta interina por vos-
otros nombrada, se os va a leer el proyecto de organi-
zación de nuestra Iglesia. Respecto de profesión de fe,
aunque a la vista hemos tenido copia de las de diversas
Iglesias reformadas en otros países, dado nuestro plan de
reforma, llevado en secreto y despacio, hemos creído
que no debe ser extenso ni difuso. Escuchad la lectura
que del proyecto nos hará don Antonio Herrezuelo.
El abogado de Toro se levantó y leyó:
Profesión de fe y disciplina de la Iglesia Reformada
de Valladolid.
I. Creemos todo lo contenido en los escritos canóni-
cos del Antiguo y del Nuevo Testamento.
II. Los libros que tenemos por canónicos en el Anti
guo Testamento son:
El Génesis, Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio,
Josué, Jueces, Ruth, I Samuel, II Samuel, I Reyes, II Re-
yes, 1 de Crónicas o Paralipómenos, II de Crónicas o Pa-
ralipómenos, Esdras, Nehemías, Ester, Job, Salmos, Pro-
verbios, El Ecclesiastés, Cántico de los Cánticos de Salo-
món; los cuatro profetas mayores, a saber: Isaías, Jeremías
y sus Lamentaciones, Ezequiel, Daniel; los doce profetas
llamados menores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Mi-
queas, Nahum, Habacuc, Sophonías, Haggeo, Zacarías y
Malaquías.
Los libros canónicos del Nuevo Testamento son:
El Evangelio según San Mateo, San Marcos, San Lu-
cas, San Juan; El libro de los Actos de los Apóstoles, La
Epístola a los Romanos, \ Corintios, II Corintios, Gálatas,
Efesios, Filipenses, Colosenses, I Tesalonicenses, II Tesa-
lonicenses, I Epístola a Timoteo, II A Timoteo, La Epísto-
la a Tito, A Filemón, Epístola a los Hebreos, Epístola ca-
tólica (1) de Santiago, I Epístola católica de San Pedro,
II de San Pedro; I Epístola católica de San Juan, II de San
Juan, III de San Juan, Epístola católica de San Judas y El
libro del Apocalipsis o Revelación.
(1) No se pierda de vista que la palabra griega católica es lo mismo que
universal.
RECUERDOS DE ANTAÑO 35
III. El compendio de nuestra confesión de fe es como
sigue:
«Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Criador del
»cielo y de la tierra; creo en Jesucristo, su único Hijo,
»nuestro Señor, que fué concebido por el Espíritu Santo;
»nació de María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio
»Pilato; fué crucificado, muerto y sepultado; descendió a
»los infiernos; al tercero día resucitó de entre los muer-
dos; subió a los cielos; está sentado a la diestra de Dios
»Padre Todopoderoso, de donde ha de venir a juzgar a
»los vivos y a los muertos.
»Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Cató-
»lica, en la comunión de los santos, el perdón de los
»pecados, la resurrección de la carne, la vida eterna.—
»Amén.»
IV. Reconocemos que en la Sagrada Escritura y en
esta exposición de fe se halla lo suficiente para la salva-
ción, edificación y reprensión del hombre.
V. Creemos y aceptamos a Jesucristo Hijo de Dios,
hecho carne, como único y suficiente Salvador de los pe-
cadores.
— «Y en ninguno otro hay salud — interrumpió Julián
en voz baja — , porque no hay otro nombre debajo del
cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos» (1).
El lector prosiguió:
VI. Aceptamos la doctrina de la justificación por la fe
en Cristo Jesús, y solamente estimamos las buenas obras
como una demostración natural destinada a manifestar
aquella fe, según lo enseña el Apóstol (2).
VII. Rechazamos como cosa no sancionada por la Es-
critura: la doctrina del Purgatorio, la intercesión de los
santos, los sufragios por los difuntos y las indulgencias.
VIII. No adoraremos de aquí en adelante ni daremos
culto a las imágenes, por ser actos condenados por la Sa-
grada Escritura.
IX. Prometemos ser fíeles al Señor y trabajar por la
extensión de su reino en España, propagando el Santo
Evangelio de Cristo.
X. Declaramos no desear ningún mal, ni en sus per-
(1) Hechos, IV, 12.
Sanüago, 11, 14-26.
36
EMILIO MARTÍNEZ
sonas ni en sus haciendas, a prelados, eclesiásticos, inqui-
sidores y personas por ellos constituidas en autoridad.
XI. Reconocemos la autoridad real de España, repre-
sentada por nuestro señor el rey don Felipe, segundo de
su nombre, y nos sometemos a las leyes y pragmáticas
del reino, así como obedeceremos las justicias y sus ofi-
ciales legalmente nombrados.
XII. Por ningún motivo nos negaremos al pago de
cuantos pechos o derechos se voten en Cortes, como es
fuero dentro y fuera de Castilla.
XÍII. Si Dios fuese de ello servido y nos llamase a su-
frir persecución por cuestiones de conciencia o por otros
motivos, prometemos no revelar, aunque nos pusieren
a cuestión de tormento, ni los lugares de nuestras re-
uniones, ni los nombres de nuestros hermanos.
XIV. La Iglesia reformada, según uso y costumbre an-
fíigua, nombra las personas que hayan de gobernarla,
procurando que tales nombramientos recaigan en varones
de piedad y sabiduría.
Aquí el lector terminó de leer, ocupando su asiento,
y tras una pausa, el doctor Cazalla dijo:
— Oído habéis el proyecto de fe y disciplina. Si algu-
no tiene algo que declarar en pro o en contra, declárelo
en el nombre de Dios.
Demandó permiso para hablar don Luis de Rojas En-
ríquez, y dijo:
— Ante todo, demando perdón; porque en mi igno-
rancia de estas cosas es posible que diga alguna sandez.
Todo me ha parecido bueno; pero hay algo que no me
^ncaja en la conciencia. El credo es el mismo que pro-
fesa la Iglesia romana, y si hemos de seguir creyendo lo
que ella cree, no veo el motivo de nuestra separación de
ella; es cuanto en conciencia tengo que manifestar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario