domingo, 4 de febrero de 2018

RECUERDOS DE ANTAÑO -34-36-EMILIO MARTÍNEZ

 RECUERDOS DE ANTAÑO 
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EMILIO MARTÍNEZ 
— Ahora, y por acuerdo de la Junta interina por vos- 
otros nombrada, se os va a leer el proyecto de organi- 
zación de nuestra Iglesia. Respecto de profesión de fe, 
aunque a la vista hemos tenido copia de las de diversas 
Iglesias reformadas en otros países, dado nuestro plan de 
reforma, llevado en secreto y despacio, hemos creído 
que no debe ser extenso ni difuso. Escuchad la lectura 
que del proyecto nos hará don Antonio Herrezuelo. 
El abogado de Toro se levantó y leyó: 
Profesión de fe y disciplina de la Iglesia Reformada 
de Valladolid. 
I. Creemos todo lo contenido en los escritos canóni- 
cos del Antiguo y del Nuevo Testamento. 
II. Los libros que tenemos por canónicos en el Anti
guo Testamento son: 
El Génesis, Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio, 
Josué, Jueces, Ruth, I Samuel, II Samuel, I Reyes, II Re- 
yes, 1 de Crónicas o Paralipómenos, II de Crónicas o Pa- 
ralipómenos, Esdras, Nehemías, Ester, Job, Salmos, Pro- 
verbios, El Ecclesiastés, Cántico de los Cánticos de Salo- 
món; los cuatro profetas mayores, a saber: Isaías, Jeremías 
y sus Lamentaciones, Ezequiel, Daniel; los doce profetas 
llamados menores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Mi- 
queas, Nahum, Habacuc, Sophonías, Haggeo, Zacarías y 
Malaquías. 
Los libros canónicos del Nuevo Testamento son: 
El Evangelio según San Mateo, San Marcos, San Lu- 
cas, San Juan; El libro de los Actos de los Apóstoles, La 
Epístola a los Romanos, \ Corintios, II Corintios, Gálatas, 
Efesios, Filipenses, Colosenses, I Tesalonicenses, II Tesa- 
lonicenses, I Epístola a Timoteo, II A Timoteo, La Epísto- 
la a Tito, A Filemón, Epístola a los Hebreos, Epístola ca- 
tólica (1) de Santiago, I Epístola católica de San Pedro, 
II de San Pedro; I Epístola católica de San Juan, II de San 
Juan, III de San Juan, Epístola católica de San Judas y El 
libro del Apocalipsis o Revelación. 
(1) No se pierda de vista que la palabra griega católica es lo mismo que 
universal. 
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III. El compendio de nuestra confesión de fe es como 
sigue: 
«Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Criador del 
»cielo y de la tierra; creo en Jesucristo, su único Hijo, 
»nuestro Señor, que fué concebido por el Espíritu Santo; 
»nació de María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio 
»Pilato; fué crucificado, muerto y sepultado; descendió a 
»los infiernos; al tercero día resucitó de entre los muer- 
dos; subió a los cielos; está sentado a la diestra de Dios 
»Padre Todopoderoso, de donde ha de venir a juzgar a 
»los vivos y a los muertos. 
»Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Cató- 
»lica, en la comunión de los santos, el perdón de los 
»pecados, la resurrección de la carne, la vida eterna.— 
»Amén.» 
IV. Reconocemos que en la Sagrada Escritura y en 
esta exposición de fe se halla lo suficiente para la salva- 
ción, edificación y reprensión del hombre. 
V. Creemos y aceptamos a Jesucristo Hijo de Dios, 
hecho carne, como único y suficiente Salvador de los pe- 
cadores.  «Y en ninguno otro hay salud — interrumpió Julián 
en voz baja — , porque no hay otro nombre debajo del 
cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos» (1). 
El lector prosiguió: 
VI. Aceptamos la doctrina de la justificación por la fe 
en Cristo Jesús, y solamente estimamos las buenas obras 
como una demostración natural destinada a manifestar 
aquella fe, según lo enseña el Apóstol (2). 
VII. Rechazamos como cosa no sancionada por la Es- 
critura: la doctrina del Purgatorio, la intercesión de los 
santos, los sufragios por los difuntos y las indulgencias. 
VIII. No adoraremos de aquí en adelante ni daremos 
culto a las imágenes, por ser actos condenados por la Sa- 
grada Escritura. 
IX. Prometemos ser fíeles al Señor y trabajar por la 
extensión de su reino en España, propagando el Santo 
Evangelio de Cristo. 
X. Declaramos no desear ningún mal, ni en sus per- 
(1) Hechos, IV, 12. 
Sanüago, 11, 14-26. 
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EMILIO MARTÍNEZ 
sonas ni en sus haciendas, a prelados, eclesiásticos, inqui- 
sidores y personas por ellos constituidas en autoridad. 
XI. Reconocemos la autoridad real de España, repre- 
sentada por nuestro señor el rey don Felipe, segundo de 
su nombre, y nos sometemos a las leyes y pragmáticas 
del reino, así como obedeceremos las justicias y sus ofi- 
ciales legalmente nombrados. 
XII. Por ningún motivo nos negaremos al pago de 
cuantos pechos o derechos se voten en Cortes, como es 
fuero dentro y fuera de Castilla. 
XÍII. Si Dios fuese de ello servido y nos llamase a su- 
frir persecución por cuestiones de conciencia o por otros 
motivos, prometemos no revelar, aunque nos pusieren 
a cuestión de tormento, ni los lugares de nuestras re- 
 uniones, ni los nombres de nuestros hermanos. 
XIV. La Iglesia reformada, según uso y costumbre an- 
fíigua, nombra las personas que hayan de gobernarla, 
procurando que tales nombramientos recaigan en varones 
de piedad y sabiduría. 
Aquí el lector terminó de leer, ocupando su asiento, 
y tras una pausa, el doctor Cazalla dijo: 
— Oído habéis el proyecto de fe y disciplina. Si algu- 
no tiene algo que declarar en pro o en contra, declárelo 
en el nombre de Dios. 
Demandó permiso para hablar don Luis de Rojas En- 
ríquez, y dijo: 
— Ante todo, demando perdón; porque en mi igno- 
rancia de estas cosas es posible que diga alguna sandez. 
Todo me ha parecido bueno; pero hay algo que no me 
^ncaja en la conciencia. El credo es el mismo que pro- 
fesa la Iglesia romana, y si hemos de seguir creyendo lo 
que ella cree, no veo el motivo de nuestra separación de 
ella; es cuanto en conciencia tengo que manifestar. 

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