ANECDOTARIO DE ABRAHÁM LINCOLN
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Lo que
Dios le negó a Lincoln de buen aspecto se lo repuso dotándolo de un notable
sentido del humor. Tanto en las buenas épocas como en las malas tuvo el gracejo
a flor de labio. En cierta ocasión en que el general McClellan se tardaba en
hacer entrar sus tropas a Richmond, Lincoln le envió esta nota: «Mi querido
McClellan: si es que no va a hacer uso del ejército, tenga la bondad de
prestármelo un rato».
Las
anécdotas que contó Lincoln llenan varios volúmenes; son casi tan numerosas
como las que se han contado acerca de él. En la presente compilación se han
reunido las mejores, arregladas de tal suerte que de ellas sale un nuevo
retrato del grande hombre, de cuerpo entero. El buen humor de Lincoln se
arraigó profundamente en su buen criterio y conocimiento de la naturaleza
humana. Todo el que lea este anecdotario aprenderá a conocer más íntimamente al
hombre y al país que él redimió.
NIÑEZ
CAMPESINA
«—Los
breves y sencillos anales de los pobres». Tomas Gray: elegía escrita en un
cementerio de aldea.-
La
casa quedaba
a 18 millas
de Elizabethtown, en Kentucky, en la llanura abierta donde los vecinos eran
pocos y la vida solitaria. En aquel invierno de 1809, Nancy esperaba su segundo
hijo. El 12 de febrero, domingo por más señas, Tomás anduvo a pie las dos
millas que distaba la cabaña más cercana, donde vivía su cuñada, y apenas entró
dijo: «Nancy tuvo un niño».
Allí
estaba Dennis Hanks, primito de Nancy que tenía 10 años, a quien los sucesos de
esa mañana se le grabaron profundamente en la memoria. Años más tarde recordaba
: «Mamá se aturdió toda y se puso a hacer sus faenas más aprisa para acabar
pronto e ir a ver al chiquitín; pero como yo no tenía nada que aguardar, salí a
todo escape a conocer a mi nuevo primo. Nancy estaba acostada en una cama
rústica, muy contenta. Tomás había encendido una buena lumbre y los había
cubierto a ambos con una piel de oso para calentarlos ... Llegó mi madre y lavó
al chico y le puso unas enagüitas de franela amarilla y una camisita de lienzo;
después le preparó a Nancy unas bayas con miel, arregló
un poco el cuarto y se fue otra vez. Esos fueron todos los cuidados que
recibieron los dos.
—
STEFAN LORANT
La
gente me pregunta siempre si Abrahán era guapo cuando chiquito. Pues yo les
diré que era como todos los recién nacidos ... parecía una cereza pasa, rojo y
lleno de arrugas. Y no es mucho lo que ha mejorado desde entonces. — DENNIS
HANKS
Una
mañana excesivamente fría del invierno de 1816, Tomás ayudó a montar a su mujer
sobre un jamelgo, él se montó en otro y, llevando cada uno un hijo por
delante, emprendieron el camino hacia Indiana. Con ellos iba Dennis Hanks.
Dennis recuerda que Abrahán llevaba terciada una escopeta y que «no la dejó
mojar en el paso de la balsa del río Ohio, tanto que con ella mató una pava el
día que llegaron».
En el
otoño del año 1818 murió Nancy. Dennis decía después: «¡Dios mío, Dios mío, nunca podré olvidar el dolor de esa
cabaña donde murió Nancy! Abrahán y yo ayudamos a Tomás a hacer el ataúd. La
enterramos en el monte cerca del paso de los venados. A Abrahán nunca se le
pasó la pena al recordar el modo miserable como murió su madre».
—
STEFAN LORANT
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